Memoria

La memoria es una capacidad psíquica que nos permite recordar el pasado. Sin embargo, aunque experimentamos individualmente la vida, nunca recordamos solos, pues siempre estamos en relación con otras personas y sus recuerdos.

Por eso la memoria se construye socialmente, a partir de las relaciones, las prácticas y los códigos culturales que compartimos. Por lo cual, el lenguaje y la comunicación tienen un papel fundamental en la conformación del recuerdo.

Hacer memoria implica darle un sentido al pasado, es decir, interpretarlo desde el presente. Por eso, en realidad, la memoria es una reconstrucción. De allí su carácter subjetivo, pues está marcada por nuestras emociones, percepciones e intereses. Por eso es compleja, contradictoria, llena de tensiones y conflictos.

Sin embargo, la memoria es fundamental en la construcción de la identidad. Además, juega un rol importante en la lucha por el control de los significados y en la legitimación de las representaciones del pasado. Por eso es un campo en disputa.
De allí el carácter político de la memoria, que puede estar vinculada al poder y tener un carácter contencioso o ser un instrumento contestatario. Por eso, muchas organizaciones sociales han visto en la memoria una herramienta para luchar contra las injusticias; como las Madres de Plaza de Mayo, por ejemplo.

La memoria es sumamente importante para el presente y el futuro de los pueblos. Para la periodista española, Elena Rivera, “un pueblo sin memoria histórica es tan indefenso como un ser humano sin experiencia. Corre peligro de recaer en las mismas equivocaciones o padecer las mismas desgracias”.

Sin embargo, la memoria es siempre selectiva, por eso está indisociablemente unida al olvido, puede ser una necesidad o una estrategia. Pues cada orden social establece valores, normas y creencias que posibilitan o inhiben determinados recuerdos. Por lo cual, a veces, también se impone el silencio.

Pues según George Orwell, quien quiere controlar el presente y el futuro, tiene que controlar el pasado. Pues existe la posibilidad de establecer políticas de memoria que nos permitan revisar el pasado y actuar sobre él con perspectiva de futuro.

Ahora bien, cabe recalcar las diferencias entre memoria e historia. La historia es una ciencia con un método para recopilar información, que garantiza su validez y fiabilidad. Es un análisis que busca explicar los acontecimientos. Pero, como toda interpretación, tiene componentes ideológicos y morales.

Por lo tanto, la historia y la memoria son espacios de poder y de lucha por la validación de ciertos relatos de pasado, que constituyen el presente de lo que somos y lo que queremos ser. De allí su importancia y la necesidad de crear espacios de participación social para ejercer el derecho hacer memoria.